Hola de nuevo, soy Martina Valentino, hacedora de Máximas Vibraciones. Hoy escribo con el corazón abierto, reflexionando sobre todo lo que hemos vivido juntos en estos casi 16 años de historia. Y no es casual que lo haga justo ahora.
El lunes pasado, durante el apagón que afectó a toda España, sentí algo que no vivía desde hacía tiempo: ese nudo en el estómago, esa incertidumbre, ese preguntarme: “¿Y ahora qué?”. Ese pequeño gran susto me hizo viajar mentalmente a todo lo que hemos pasado para llegar hasta aquí.
Máximas Vibraciones no es solo un negocio. Es una familia. Y como toda familia, hemos atravesado momentos maravillosos… y también días duros que dejaron huellas profundas.
Quizá uno de los desafíos más grandes fue, sin duda, la pandemia. Fueron meses interminables donde, aunque el mundo parecía haberse detenido, nuestro vínculo con vosotros, nuestros clientes y amigos, se fortaleció como nunca antes. Vuestro amor, vuestro apoyo, esas palabras de ánimo, las llamadas para preguntarnos cómo estábamos… no sabéis cuánto significaron para mí y para todo el equipo.
No solo luchábamos contra un virus, luchábamos contra la tristeza, el miedo, la distancia. Y ahí estabais, dándonos fuerza. Adaptarnos fue una carrera de fondo: formación constante con profesionales de la salud, test de antígenos a cada cliente antes de cada servicio, el esfuerzo titánico de conseguir material sanitario cuando era casi imposible, la preparación de los famosos «chupitos» de clorhexidina y agua oxigenada para garantizar el máximo cuidado.
Recuerdo hasta tener que negociar con farmacéuticas para que no nos arruinaran con precios abusivos, y buscar permisos especiales para comprar grandes cantidades de agua oxigenada. Cada día era una hazaña silenciosa, pero llena de amor por nuestro trabajo y por vosotros.
Y no ha sido el único golpe. A nivel negocio también sufrimos: cuando hace años nos trasladamos del Vial Norte a un nuevo local que preparamos con toda la ilusión del mundo. Un sueño que apenas duró una semana. Nos echaron injustamente, tratándonos como si fuéramos algo que no somos.
Pero como todo en la vida, tras cada caída viene una oportunidad. Encontramos el lugar donde estamos ahora, que nos acogió con respeto, cariño y donde llevamos ya casi 9 años construyendo algo bonito cada día.
Cada etapa difícil nos ha dejado una lección. Cada cambio nos ha enseñado a resistir, a reinventarnos, a confiar.
Porque cuando amas lo que haces y sientes gratitud profunda por quienes siguen eligiéndote, no hay oscuridad que te apague.
Hoy, mirando hacia atrás, me doy cuenta de que la verdadera fuerza de Máximas Vibraciones no está en las paredes de nuestro centro, ni en el marketing, ni siquiera en los números. Nuestra fuerza sois vosotros.
Cada cliente que vuelve. Cada nuevo rostro que nos da una oportunidad. Cada palabra de aliento que nos recuerda que, a pesar de todo, vale la pena seguir soñando.
Gracias, de corazón, a todos los que habéis formado parte de esta historia. A los que seguís, a los que un día volveréis, y a los que aún están por descubrirnos.
Seguiremos de pie, creciendo, mejorando, y vibrando juntos… porque lo que construimos va más allá de un masaje: es un refugio, una familia, un pedacito de luz en medio de tanto caos.
Con todo mi cariño,
Martina Valentino
Fundadora de Máximas Vibraciones
✨ Donde sentir… lo cambia todo.