Martina Valentino: lo que nadie ve de mí

Martina Valentino: lo que nadie ve de mí

Muchos ven lo que hay hoy. Pero muy pocos saben de dónde vengo, cuánto dolió el camino y cuánta alma hubo (y hay) detrás de todo esto…


A veces la gente cree que todo lo que hemos construido se hizo con magia. Que Máximas Vibraciones nació de un día para otro. Que yo tenía claro desde el principio lo que quería, cómo hacerlo, con quién y hacia dónde ir. Pero la verdad… la verdad es que todo lo que soy y todo lo que hoy ves nació de un fuego muy distinto: el de reinventarse cuando la vida no te da más opción que seguir adelante.

Empecé como escort en una casa muy conocida de Córdoba, una de esas que ya no están pero dejaron huella. Ahí viví de todo: lo bueno, lo duro, lo que enseña y lo que quiebra. Pero incluso en esos comienzos, ya soñaba con algo distinto. Sentía que al rubro le faltaba algo más… algo que yo misma echaba en falta cada vez que trabajaba: glamour, distinción, alma.

Y así fue como empecé a imaginarlo. Consciente de que Córdoba pedía a gritos un cambio de tono, una manera diferente de entender el erotismo, el masaje, el cuidado y el trato humano. Empecé como podía: con palabras. Un blog sencillo, música para mis clientes, textos llenos de sentimiento. Porque para mí, los clientes siempre fueron más que eso… eran amigos. Y algunos lo siguen siendo aún hoy. Dos de ellos me ayudaron cuando más lo necesité. Me ayudaron a salir adelante. Gracias a ellos pude conseguir un piso. Y allí nació la semilla de lo que luego sería mi hogar emocional: Máximas Vibraciones. (Gracias a A y a M…os quiero)

Éramos tres amigas, tres futones, cuatro velas y dos cabezas de Buda. Nada más. Todo lo demás lo poníamos nosotras: la entrega, el respeto, el deseo de hacer las cosas bien. Después llegaron las primeras chicas: Sandra, Britney, Atenea. Y yo empecé a atender el teléfono, porque ellas no querían ser reconocidas por sus voces. Ahí descubrí otra faceta mía: la de organizadora, contenedora, estratega.

No tenía ni idea de marketing, ni de publicidad, ni de branding. Pero me fui formando. Cada viaje era una oportunidad. Argentina, Brasil, Italia, otros países… me empapaba de todo lo que se cocía en el rubro y traía ideas nuevas, detalles, trucos. Pequeñas mejoras que fueron transformando lo que hacíamos aquí. Quise expandirme, y así nació “Imperio del Sur”. Lo llevé también a Sevilla. Fue una locura, sí… y un gran error. Porque quise estar en todas partes y acabé descuidando lo más importante: la experiencia, el mimo, la atención al detalle. Me perdí a mí misma entre tanto ajetreo. Yo, que siempre había querido cuidar, ya no podía hacerlo como merecía.

Fue ahí cuando apareció Lucía, mi ex encargada, que me ayudó a poner orden, estructura, y a empezar de nuevo. Me centré en MV, en el centro del Vial Norte. Mi lugar. Mi templo. El sitio que me vio crecer como mujer y como empresaria. Allí pasaron cosas que aún me erizan la piel. Y también personas que jamás olvidaré.

Pero el edificio entero se puso en venta y tuvimos que mudarnos. Acabamos en un piso en Plaza Chirinos. Reformamos baños, instalaciones… y en solo una semana nos echaron como si fuéramos delincuentes. Una vez más, demonizaron nuestra labor, pese a llevarla con el máximo respeto y profesionalismo. Con el corazón en la mano. Y nos tocó volver a empezar. Otra mudanza, otra reforma… sin un euro. Pero lo hicimos. Como siempre: a pulmón, a fuerza de agallas y amor por lo que hago.

Año tras año he ido levantando cada rincón del centro actual. Me he fundido económicamente más de una vez. He llorado en soledad. He sido traicionada, robada, incluso quemada—literalmente. Hubo un incendio intencional. Nadie imagina lo que es sostener todo esto sola, sin socios, sin respaldo, sin red. Con miedo, con dudas, con dolor. Pero también con coraje, con entrega, y con algo que no me pueden quitar: la pasión inmensa por lo que hago.

Máximas Vibraciones es mi alma. Lo digo y se me humedecen los ojos. Es mi historia, mi resistencia, mi feminidad, mi fuego. Es mi obra de arte, mi refugio y también mi campo de batalla. Aquí he crecido, me he roto, me he reconstruido. Y aquí seguiré… hasta que mi cuerpo diga basta.

Porque lo que la mayoría no ve de mí, lo que hay detrás de la mujer que firma como Martina Valentino, es una historia escrita con lágrimas, belleza, piel, fuego, intuición, y muchísimo amor.
Y sobre todo… con una convicción que jamás perdí:
Que el lujo verdadero no se compra… se siente.

✨Con todo mi corazón,
🌸Martina Valentino


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